Vivimos en la época de la
información, internet ha puesto a nuestra disposición una infinidad de
herramientas que también son aplicables a la montaña. Desde páginas con
precisos modelos meteorológicos hasta infinidad de blogs y foros donde poder
consultar reseñas de cualquier actividad.
Desde casa podemos saber
a priori el tiempo que va a hacer, el estado de la nieve en los días anteriores
y el supuesto riesgo de aludes. Al mismo tiempo podemos ver infinidad de fotos
de cualquier vía y descubrir detalles de lo más precisos. Sin levantarnos de la
silla sabremos si un largo tiene “x” parabolts, que paso es el más expuesto,
que tal fisura se protege bien con un alien gris, que la segunda reunión es
mucho más cómoda que la primera y que la salida puede empalmarse en dos largos.
Leemos, buscamos,
releemos y volvemos a buscar otra reseña, comparamos, releemos y volvemos a
comparar. Y es entonces cuando decidimos que actividad queremos realizar.
Casi siempre, sin
levantarnos de la silla ya somos conscientes de si la actividad esta a nuestra
altura o nos queda grande. Algunas veces te arriesgas con algo un poco por
encima de tu grado, pero la gran mayoría nos regodeamos en nuestro confort. Y
así semana tras semana realizamos actividades exitosas. Incluso a veces osamos
quejarnos. “Pues la méteo no ha sido tan buena como decían…”. “Pues a mi ese
paso me parece mucho más de 6a+, ya les vale…”. “Joder, menos mal que se
protegía bien con tres friends solo….”.
Y de esta forma nos indignamos
cuando llegamos a la Besurta y la nieve nos impide llegar en coche hasta la
cabaña de pescadores.
Nos “jode” tener que
comernos toda la pista forestal cargados como burros.
Nos mosquea ver que el
tiempo no parece tan bueno como decían.
Pero respiramos
tranquilos cuando vemos que la cosa mejora. A sí que nos vamos tranquilamente a
dormir.
Aunque solo fuese un
espejismo, y desde las 10 de la noche un aire huracanado nos haga plantearnos
la posibilidad de aparecer nosotros, junto con la tienda al fondo del valle de
Vallibierna. En definitiva una ventisca del copón que durará toda la noche y mañana del día siguiente imposibilitando cualquier intento de ascensión.
Pero no puede ser…, si el
tiempo lo daban bueno. ¿Qué cachondeo es este? ¡Que nos devuelvan el dinero! ¡
Nosotros queríamos nuestra aventura plácida
y tranquila que habíamos planeado desde casa!. ¿Dónde está la hoja de
reclamaciones?.
¿Cómo cojones se nos han
congelado las botas y la mochila?.
Menuda mierda de puente, si ya habíamos hecho todo lo duro, queremos
nuestra actividad. En serio… y el que hace la previsión se considera
meteorólogo…. Si lo se nos quedamos en Valencia y nos ahorramos el viaje.
PARA NADA SEÑORES… que
todo esto solo era una hipérbole para demostrar lo idiotas que podemos llegar a
ser a veces. Y la frustración que podemos sentir, si trasladamos el frenético
ritmo y necesidad de productividad que nos impone la sociedad a las actividades
de montaña.
Que tiene su gracia pasar
una noche de perros pensando que de un momento a otro se vuela la tienda. Que
cagar en plena ventisca sirve para apreciar el cálido retrete del hogar.
Aprendes… que dejar las botas en el avance si no te has preocupado de que no
entre nieve es equivalente a meter luego el pie en un arcón frigorífico.
En definitiva comprobar
que por mucho que planifiquemos desde casa siempre hay un margen para la
aventura, aunque nos estemos empeñando en minimizarla. Con esto no digo que no
haya que consultarse reseñas, meteo ect… pero creo que a veces nos pasamos de
tiquismiquis y dejamos de intentar actividades si la cosa no está muy clara. Que
es fácil dejarse llevar por esta corriente de productividad que nos impone la
sociedad. Pero para eso estamos aquí… para recapacitar, mandarlo todo a la
mierda y dejar mucho más a la improvisación. Al fin al cabo aventura es lo que
buscamos ¿no?.
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