Si hay un libro que me ha
acompañado durante las numerosas mudanzas de los últimos años es este. Se ha
convertido en un fijo de la mesita. Siempre dispuesto a una pequeña relectura,
a volver a leer esos párrafos marcados en busca de una dosis de motivación en
los días menos propicios. Como bien dice su contraportada “Este es el libro que siempre volverás a
leer”.
Es un libro que en la
primera lectura se me hizo muy repetitivo y farragoso, por eso recomiendo
leerlo por partes y no de forma lineal como si de una novela se tratase. Su
estructura es bastante caótica y con bastantes fallos. Pero no lo desmerece, el
contenido es tan bueno que compensa con creces lo anterior. Se nota que está
escrito con el corazón y así lo reflejan sus líneas.
Se centra básicamente en
intentar buscar una respuesta a la práctica del alpinismo. Siempre desde esa componente romántica que lo
convierte en algo más que un deporte.
“El alpinismo clásico pide practicarlo con entusiasmante sencillez, de
manera que sea una relajación para la mente y un bien para el físico. El
alpinismo clásico representa la escalada natural por excelencia, la del
encantamiento, la que manos, pies y cabeza están enteramente al servicio del
sentimiento y el corazón. Lo que uno busca en el alpinismo clásico y romántico
es escalar recorridos estéticos, trazados bucólicos, vías que te hablen sobre
la hermosura de las montañas y sus paredes. Quizás lo más bonito del alpinismo
es que se escapa al entendimiento y se abandona al destino que en parte todos
pertenecemos, pero en este caso un destino envuelto en una aureola de hechizo.
El alpinismo se practica porque tiene algo de quimérico que contradice las
normas de la sociedad, pero preserva el ideal humanitario de hacer cosas buenas
a cambio de nada.”
También encontramos la
respuesta que algunos alpinistas dieron a esta difícil pregunta:
“Deje de visitar las montañas durante 8 años. Desde su ausencia,
descubrí su verdadera riqueza apenas
experimentadas anteriormente. Para comenzar eche a faltar la actividad física
que constituye un factor de enorme importancia; en segundo lugar también me
faltaba el factor imaginativo, tras prolongadas estancias en la ciudad,
apreciaba que mi mente se intoxicaba y la viveza y el fluir de unas mejores
ideas e imaginación solo lo encontraba en las montañas, como así mismo, la
capacidad de juzgar y acceder al conocimiento de nuestras posibilidades y
nuestros límites. La montaña es el símbolo de la verdad. Gratien Volluz”
Incluye a demás unas ilustraciones
de P. Blanco muy bonitas y un capítulo de citas célebres no tan conocidas.
“De los placeres
inocentes de la vida, este es el más completo”. Archille Rati. Un tal Pio XI.
Se trata de un libro muy interesante que hará las delicias de todos los corazones alpinos.
Yehh Luis, me lo tienes que dejar!!!
ResponderEliminarCuando quieras.
EliminarYo también me apunto a la lista de espera. Prometo leerlo rápido y devolverlo pronto...jjjjj
ResponderEliminarCreo que yo no aguantaría 8 años sin ir a la montaña!!!
Eso esta hecho, el que me haga mejor trueque tiene el primer turno. :)
EliminarEl Hielo, Nieve y Roca de Rebuffat creo que no te desagradará. Textos con sensibilidad y buenas fotos de lo que era alpinismo auténtico...
ResponderEliminarNo te engaño, había pensado en ese. Trato hecho jajaja.
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