"Cuando no sabes qúe hacer, a veces huir es la respuesta acertada. Por qué. No lo sabes. Simplemente sabes que tienes que huir. En es maniobra fugitiva se oculta tu necesidad de replantear el destino."
Teníamos ganas de desconectar, de olvidar por unos días el significado de Whatsapp, Gmail, Facebook y demás cosas innecesarias que han invadido nuestra vida cotidiana. Conseguir que de los únicos papeles que se hablase durante este tiempo fuesen mapas.
Alejarnos de todo lo artificial y volver al origen de las cosas sencillas. Andar hasta que nos saliese de los huevos, y parar donde y cuando quisiésemos. Esa era la única regla. Con el matiz de llevarnos por el camino todos los tresmiles que pudiésemos.
Estaba cansado de negar una y otra vez ante la incredibilidad de los presentes que no conocía Ordesa. Que jamás habia pasado por la brecha de Rolando, ni acampado en Goriz, y mucho menos fotografiado la cola de caballo. A si que decidí que ya era hora de poner remedio a este espinoso asunto.
El plan era sencillo y ambicioso. Tres días con sus tres noches e intentar todos los tresmiles del macizo a excepción del Cilindro y el Dedo que ya los tenía. Creo que la planificación fue óptima y que solo la méteo fue la culpable de no conseguir un éxito rotundo.
Aquí están representadas las tres jornadas, con sus correspondientes vivacs V1, V2 y V3 y los tresmiles que pudimos conseguir. Llegamos a Torla con el tiempo justo de coger el último autobús que subía a la pradera. A si que con solo diez frenéticos minutos para preparar los bártulos cogimos in extremis el bus de las siete.
Mientras hubiese luz, subir y subir para ahorrar desnivel al día siguiente, esa era nuestro cometido para hoy.
Partimos en dirección al circo de la Carriata el cuál mi subsconciente se empeño en confundir con la gran ópera de Verdi para desesperación y cachondeo de Pedrós.
El camino no tiene pérdida. Se trata de ir ganando desnivel a través de un espectacular bosque. Hasta que llega un punto en el que hace aparición una de las joyas de Ordesa y estandarte de la escalada de autoprotección ibérica.
Paramos un poco a refrescarnos y nos cruzamos con dos escaladores que venían de la Brujas al Tozal. Nos aconsejaron subir por la faja en vez de por las clavijas. Estoy seguro que no ahorramos tiempo, pero la faja resulto ser impresionante.
Con las últimas luces del día y tirando un rato de frontal encontramos un buen sitio donde montar la tienda. Vuelta a las sopas de sobre, al fuet y a esos sándwich de chorizo aplastados en la mochila. A muchos les parecerá una mierda, pero en esos momentos me río yo del menu degustación del Bulli o del Can Roca. ¿Conformarse con cinco estrellas michelín pudiendo cenar a la luz de todas?
Recoger tienda, calentar agua, cafe con bichos (nada hay más energizante) y nos lazamos a por los primeros tresmiles de la travesía.
Recorremos Aguas Tuertas hasta llegar a la torre de Lassus en los llanos de Salarons.
Antes de ser expulsados por la fauna local, echamos un vistazo a lo que será el mayor desnivel de la jornada. Ya podemos ver los Gabietos y el Tallón.
La subida es dura, se gana bastante desnivel por un terreno bastante incómodo y lleno de neveros atípicos para la fecha. Pero con paciencia y saliva se la metió el elefante... a si que después de varias paradas para coger aire afrontamos el último nevero que nos deja en el collado de los Gabietos.
Alguien ha olvidado apagar el ventilador en Bujaruelo y el viento que sopla es impresionante. Nos acorazamos con el gore, dejamos la mochila en el collado y partimos a la caza de las primeras víctimas de la travesía.
Sin mayor dificultad llegamos al Gabieto Oriental (3031m)
Desde el cual, por una ancha cresta se llega también cómodamente al Gabieto Occidental (3034m).
Vuelta sobre nuestros pasos, recoger mochilas y afrontar la subida al Tallón. El camino es intuitivo y salvo un pequeño tramo más aéreo se llega sin dificultad a un collado.
Desde el cual podemos ver el tramo que hemos recorrido y lo que nos falta hasta la cima del Tallón.
Tallón (3144)
Emprendemos la bajada hacia la falsa brecha. En el horizonte todo lo que nos espera para el próximo día. Pinta bien esta aventura.
Pasamos por la falsa brecha
Ponemos crampones, sacamos piolet y nos vamos dejando caer hasta llegar a la brecha. Desde aquí y a través del paso de los sarrios bordeamos la mole del Casco para atacarlo por su flanco posterior.
Las nubes empiezan a hacer su pronosticada aparición. Cada vez la cosa se esta poniendo más negra, a si que decidimos subir al Casco y montar el chiringuito en un pequeño vivac que hemos encontrado. De esta forma no perdemos cota para el día siguiente y nos aseguramos de que una posible tormenta no nos pille cresteando y sin la posibilidad de refugio. Esta es la ventaja de poder parar a dormir donde te plazca.
Casco de Marboré (3006m). Al fondo la Torre y el resto de los picos que forman la corona de Gavarnie.
Hacia el otro lado, la brecha y el Tallón.
Mientras Pedrós empieza a montar el hotel
Hacemos repaso mental al recorrido de hoy.
Aplicando mis conocimientos de planificación y gestión de recursos hídricos (jamás sabes cuando usarás algo así) y tras un complejo estudio de la cuenca, descubro una surgencia que nos va a ahorrar el farragoso trabajo de derretir nieve.
Soledad, silencio, altura y ese repiqueteo que la lluvia provoca en la tienda. Cansancio, hambre, aislamiento, vulnerabilidad. Amistad. Soledad y silencio. Que más os voy a contar queridos amigos.
jueves, 22 de agosto de 2013
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Magníficas fotos, Luis... en un palizón de espanto.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
planificación y gestión de recursos hídricos....esas asignaturas que nunca sabías muy bien como se llamaban... Buen estudio de cuenca Luis, y preciosa ruta por las cumbres. A ver los siguientes capítulos!
ResponderEliminarGracias Carlos. Sergio seguimos esperando los post de Perú.
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