martes, 28 de mayo de 2013

Es necesario pasar, se trata precisamente de eso.

Frases célebres sobre el Alpinismo las hay muchas, y muy variadas. Pero sin duda hay una que quedó grabada en mi memoria desde el momento que la oí:

"Cuando todo indica que por un lugar no se puede pasar, es necesario pasar. Se trata precisamente de eso".


La dijo el famoso Albert Frederick Mummery






























Todos tenemos lugares por los que creemos que no se puede pasar, lugares que adquieren diversas formas dependiendo del individuo, ese examen de final de carrera, esa oposición imposible, ese grado en pared que no podemos superar, esa montaña que ni nos atrevemos a mirar, esa entrevista de trabajo, tener que hacer la maleta y salir a buscarte la vida fuera, esa expedición platónica al himalaya....

Diversos lugares imposibles con un punto en común, es necesario pasarlos. Y sobre todo, que nadie los pasará por ti.

Se acerca el verano, a si que apúrense a preparar el asalto definitivo, preparen lo necesario para atravesarlos, yo les aseguro que estaré intentando pasar los míos.


domingo, 26 de mayo de 2013

No a la guerra (210m 6b/A0), Peña María (Gestalgar).

Decía Nicolas Cage en "The lord of War" que el secreto de la supervivencia consiste en evitar las guerras, sobre todo con uno mismo.



A si que si el cuerpo te pide un poco de terapia vertical, olvidarte por unas horas del análisis límite, métodos de rigidez y mierdas varias, debes evitar llevarle la contraria.

Elige un sitio a la sombra para estos días de torraera levantina y déjate llevar de parabolt en parabolt.




Preciosa zona la de Peña María, pero desgraciadamente arrasada por un gran incendio.

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Empalmamos el L1 con el L2, con una cuerda de 70 se puede empalmar también el L3 saliendo unos pocos metros en ensamble.

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El L3  sirve para depositarnos ante el largo clave de la via.

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L4- Empiezo la placa, los agarres son buenos. Va aumentando la verticalidad pero se deja hacer bastante bien, llega un momento que me tiro mucho hacia la izquierda. chapo el bolt, pero me quedo demasiado alto y a la izquierda, los agarres hasta el siguiente bolt los tengo bastante a la derecha.... intento bajar un poco y volver a la trazada... pero me estoy petando, a la mierda... me cuelgo, vuelvo a la trazada, descanso un poco y a por el ultimo paso que te saca hacia una travesía a derechas.

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Lo mejor si se tienen expres y llega la cuerda es saltarse la R4 que es bastante incomoda y completamente colgada y tirar hasta la R5 que es mucho más cómoda. Como no me quedaban cintas y tampoco tenia muy claro que llegase nuestra cuerda de 50 monto reunión en R4.

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El siguiente largo es una cómoda travesía que te deposita en la R5

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El L6 es bastante bonito y variado terminando en un diedro-fisura en el que se empotra el cuerpo con bastante facilidad.

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El L7 para mi es el más bonito de la vía, de esos por los que su simple existencia merece la pena la vía. Empieza por un muro vertical para hacer una travesía a la derecha en busca de un espolón. A la que giras te recibe una placa preciosa, tumbada pero con los agarres justos, te sientes a veces hasta pedricero. Después de la placa hay un pequeño techo, con unos movimientos preciosos. Un largo 5 estrellas.

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L8 al contrario que el anterior, es el largo que menos disfruto de la vía, lo dan de V+ pero es raro. Tiene una placa tumbada que desploma un poco hacia fuera, con los agarres en babaresa, con una ostia bastante guarra y con la salida que llega a desplomar. Largo en el que vuelvo a terminar colgado cual chorizo.

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L9 una pequeña trepada de III nos deja en la cima de esta peculiar peña.

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La vía esta bien, con sus largos buenos y sus largos de transición, equipada a más no poder para pasar tranquilamente sin pasar miedo. Los estribos y las uñas que comenta la reseña, completamente innecesarios, sobre todo las uñas.

La zona es una pasada, pero verlo todo calcinado te deja con una sensación de impotencia increíble, esperemos que este año no hayan más incendios de estos.

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Seguiremos piando

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miércoles, 15 de mayo de 2013

Astazu Occ (3015) - Consolación Norte


¿Estaré a la altura?  ¿Será demasiado duro? ¿Qué me encontraré ahí arriba?  Estas fueron las cuestiones que no me dejaron dormir una noche de verano del 2000. A mis once años era mi primera vez en pirineos, jamás había visto la nieve, y si todo salía bien al día siguiente me encontraría en el lago de Marboré.

Catorce años después el escenario es el mismo, las preguntas que me quitan el sueño son idénticas, aunque esta vez no es subir al balcón el objetivo, esta vez se trata de la Norte del Perdido.

Llegamos a Pineta sobre las 11 de la noche, la idea es dormir un par de horas e intentar hacerlo en Non-Stop.

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A las 2 suena la alarma, apenas hace una hora y media que nos tumbamos en la hierba del parador, ninguno hemos dormido, pero al menos algo hemos descansado después del viaje de 6 horas.

Sobre las 3 empezamos la ascensión, la misma luna nueva que nos proporciona un cielo estrellado es la culpable de que no veamos más allá del haz de nuestro frontal. Los recuerdos se van solapando, la ruta esta clara en mi mente, hay que ir hacia la izquierda, pero la oscuridad y la nieve consiguen despistarnos. Llega un momento que nos encontramos una franja rocosa infranqueable, dudamos… es imposible que sea por aquí.

Mientras Gabi y yo descendemos sobre nuestros pasos, José Luis y Tonet se paran a un lado a ponerse los crampones. La casualidad es caprichosa y justo cuando paran a equipase ven por donde va la senda. Después de unos cuantos gritos de nuestros compañeros Gabi y un servidor volvemos a subir. Parece que por fin vamos bien.

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Sobre las 6 de la mañana contactamos con Roberto y Berta, ellos subieron ayer al balcón para hacer noche, y deberían estar esperándonos para empezar juntos la ascensión.

"Nos perdimos, se nos echó la noche y hemos vivaqueado como hemos podido después de subir un corredor. No sabemos muy bien donde estamos."

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Después de un rato hablando con ellos e intentando localizarlos deciden bajar, nos dicen que hagamos marcha, ellos bajaran tranquilamente hacia Pineta.

Dos largas campas de nieve nos depositan debajo del otro espolón rocoso. Este hay que atacarlo por la derecha. Realizamos una travesía por nieve dura. No es difícil, pero si expuesta… veremos a la vuelta.

Por fin el famoso embudo, ya se ve el cielo, el final de la subida, la puerta a la otra dimensión, esa en la que el invierno aun sigue manteniendo una dura lucha con la primavera.

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Sobre las 7.45 llegamos al balcón. Se hace el silencio, la ocasión lo merece. Ahí está, majestuosa, impresionante, altiva, y sobre todo cargada,  muy cargada de nieve.

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 El despiste en la subida, y el tiempo que hemos estado intentando localizar a nuestros compañeros nos han retrasado y llegamos más tarde de lo previsto.  Son casi las ocho,  entraríamos al corredor a las 8.30. No se ve huella, y los aludes muy recientes. Empezamos a dudar, más por las horas que por la nieve, sabemos que ha purgado bastante y que difícilmente caerá algo durante el día, pero siempre está la duda.  Seguramente la haríamos sin ningún problema, no pasaría nada y a la bajada todo sería perfecto, pero aunque saliese bien, seríamos conscientes de haber realizado una imprudencia.

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En esos momentos renunciar es más difícil de lo que parece, estás ahí, delante de la pared que durante años te ha quitado el sueño. Infinidad de veces hemos intentado cuadrar fechas, y cuando no era por mal tiempo era por falta de condiciones. Un bucle infinito que se ha ido repitiendo durante los últimos inviernos. Pero aun así, en ocasiones es positivo envainar la espada, batirse en retirada y volver en otra ocasión más propicia.

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Nos miramos, y sin hablar esta ya todo decidió, hoy no será el día de la Norte. Pero ya que estamos aquí arriba, habrá que aprovechar. Los Astazu cogen forma y se convierten en el siguiente objetivo.

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Hacemos la subida hacia el collado tranquilamente, la nieve sigue dura y la progresión se realiza con comodidad

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Al llegar al collado el pirineo te recibe con su cara más salvaje. A un lado la Norte, el Cilindro y Marboré. Al otro lado Gavarnie, el Casco, la brecha de Rolando, y al fondo el omnipresente Vignemale mostrándonos su cara más amable.

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Solo por disfrutar de este paisaje merece la pena todo el esfuerzo físico, el madrugón y el haber renunciado a la Norte.

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Pero aun queda un pico que subir. Comenzamos la ascensión que en pocos metros nos deposita en una bonita y aérea arista final.

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El pirineo francés, como es de costumbre nos recibe con un mar de nubes, intentando disimular el vacío que hay hacia Gavarnie.

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A la bajada, la nieve empieza a calentarse, lo que antes era la simple hendidura del crampón se convierte en una huella profunda, hasta el tobillo.  Preocupados por el estado del balcón, decidimos dejar el siguiente Astazu para cuando hagamos el Swan y poder llevarnos un pico ese día. O si la casualidad quiere que otro intento al Perdido sea frustrado, tener aun un plan B con el que cubrir el día.

Bajada rápida por el embudo, travesía tensa con la nieve ya más blanda, y de vuelta a la tranquilidad del valle. A disfrutar de un buen reposo después de 13 horas intensas de actividad.

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Han cambiado muchas cosas durante todo este tiempo, pero la ilusión con la que miro estas montañas sigue siendo la misma que convirtió a ese niño de 11 años en un apasionado de la montaña, de los pirineos, de Pineta, pero sobre todo, de la Norte del Perdido.

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La tuvimos en la mano, pero se esfumó, falta de decisión, exceso de prudencia, sentido común… no puedo explicar bien lo que fue. Solo sé que volveré, que algún día recorreré esos glaciales colgados, pasaré por debajo de los seracs y me encaminaré desde el hombro a la cima, y entonces agradeceré que se me haya resistido, porque será mucho más valiosa para mí.

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Hasta el año que viene Perdido.

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