martes, 20 de octubre de 2015

Arnales - 3006m

Arnales. El paseo que el ansia transformo en mi quincuagésimo tresmil.

Después de una jornada maratoniana por las agujas de la Balellaza amanecemos en uno de los merenderos de Panticosa.


Nos tomamos el despertar con parsimoniosa calma. Hoy toca un pequeño paseo para estirar las piernas, así que no tenemos prisa. Desayunar tranquilamente con estas vistas es algo que que no se puede disfrutar todos los días.


Mientras el Telera espera sus primeras nieves, los bosques del Valle de Tena van mudando sus pieles.





Dejamos con gran pesar el estado de contemplación y nos dirigimos a los baños de Panticosa para realizar algún pateo por la zona.

Entre curva y curva me acuerdo del Arnales. Es el único tresmil que me queda por subir de la zona de Panticosa y la idea empieza a coger forma. La carnaza del tresmil despierta mi ansia coleccionista y ya no puedo quitármelo de la cabeza. Se acabo el paseo para estirar las piernas.

Empezamos a caminar a las 11:40, horario de dominguero total y con la amenaza de tormentas por la tarde. Vamos a intentarlo, y si vemos que el tiempo se pone feo nos damos la vuelta. De momento el día pinta primaveral y tenemos calor hasta en manga corta.





Empezamos con un ritmo tranquilo, Salva se hizo una fuerte torcedura bajando de las agujas de la Balellaza y se resiente del pie. De momento solo nos cruzamos con familias que disfrutan de un agradable medio día de soleada montaña. Empiezan a entrarme remordimientos, estas no son horas....


Dejamos atrás la mallata baja de las Argualas y nos dirigimos hacia la mallata alta con la intención de subir por el collado de Pondiellos.



En este punto Salva sigue con el pie dolorido, y nos alienta para que sigamos nosotros a un ritmo más alto. El subirá tranquilamente hasta donde le apetezca y nos esperará en el refugio de Casa de Piedra.

Se me activa el ansia y empezamos a subir endiabladamente, no quiero que la supuesta tormenta me deje sin tresmil y ya se están formando unos nubarrones considerables por el Telera.

Subiendo hacia la mallata alta vemos un desvío a la derecha en el que vemos pintado Arnales sobre una piedra. Esta ruta no la conocemos, pero decidimos tirar por ahí en vez de por el collado de Pondiellos. Así si tenemos que volvernos por la lluvia, al menos habremos investigado una senda desconocida para nosotros.


Enseguida llegamos a unos pequeños ibones.




Y un poco después a un ibon más grande ( luego en el mapa descubro que es el ibon de Arnales, bastante obvio).  Desde aquí se puede intuir la subida al Arnales, esta es la ruta que creo que habrá que seguir (rojo) y la que después seguiríamos (amarillo).


Subimos a machete la pedrera, las nubes cada vez están más cerca y de momento quiero pelear un poco más la retirada. A mitad de subida y un poco aturdido por el ritmo me cruzo con dos montañeros que descienden.

- ¡Buenos días!. ¿Venís del Arnales?.
- Si.
- ¿Es por ahí? (preguntando por el recorrido rojo).
- No, tenéis que ir a un collado que esta ahí detrás (no tenemos visibilidad del collado en ese punto).
- ¿Cuanto nos quedará más o menos? (yo la cima la veo relativamente cerca).
- Pues al collado tendréis una hora y media o dos horas, a nosotros nos ha costado una hora bajar hasta aquí. Y luego desde el collado tendréis que darle la vuelta al Arnales por debajo y luego subir por una escombrera, otra hora más o menos. Pero para la tarde dan tormentas, y ya están ahí las nubes.
- Ya, sabemos que no hemos salido a la mejor hora, vamos a tirar un poco y si se pone la cosa más fea pronto nos damos la vuelta, ¡hasta luego!.

Nos miramos Gabi y yo y decidimos tomarnos una barrita de Calamocha para decidir que hacemos y recuperar un poco el aliento.

- ¿Ostia, 3 horas?. ¿Que hacemos?.
- Uff no se... igual nos han visto mucha pinta de domingueros. (El horario y la mini mochila de bici del decathlon ayudan bastante a esta visión).
- ¿Subimos un poco a ver donde esta el collado y ya vemos que hacemos?.
- Ok.

Reanudamos la marcha y las supuestas 2 horas hasta el collado se convierten en 25 minutos, ni uno más, ni uno menos. ¿Ostia... tanta pinta de domingueros llevamos?.

Si que es verdad que la cosa se esta poniendo fea, empieza a hacer bastante frío y los Infiernos y la cima ya están tapadas por las nubes. Dejamos las mochilas y los bastones en el collado y vamos a por la cima antes de que se tuerza más el tiempo.


Vuelvo a poner un ritmo infernal, no sea que empiece a diluviar y tengamos que darnos la vuelta a pocos metros de la cima. Llega un punto que la senda se convierte en tierra y piedras sueltas y el avance se vuelve más lento. ¡A tomar por culo!, prefiero subir por el espolón que se avanza más rápido. Llevo un ansia que no es normal, la carnaza del tresmil esta demasiado cerca.


Arnales 3006 msnm.




De repente empieza a nevar. Unos copos que caen con gran inocencia y suavidad. ¡ No se puede pedir más!.



Aun tenemos que volver al Balneario, tampoco podemos entretenernos mucho más. Desde la cima se ve el desnivel que nos queda de bajada.


La bajada del Arnales es uno de los momentos más bonitos que recuerdo. Lo que a la subida era una pedrera suelta ,terrosa y asquerosa, se convierte en un terreno ideal para bajar corriendo, mientras la nieve empieza a caer copiosamente. ¡Momento realmente mágico! de esos que te reafirman en esta inútil obsesión de subir montañas.


Decidimos volver por el collado de Pondiellos ya que consideramos que el terreno será más cómodo para bajar rápido. Metemos la directa y después de 1 h y 10 minutos estamos tomándonos nuestras respectivas cervezas en el siempre querido refugio de la Casa de Piedra. Nos ha costado 4 horas y media el supuesto paseo.



Pasamos la tarde en el refugio leyendo tranquilamente, hasta que llega la hora de bajar a Panticosa a comprar la cena. En el coche tacho el Arnales en la lista del libro de Capdevilla y me da por contar los que llevo. ¡Coño, si este ha sido mi 50 tresmil!. Este hecho sin importancia se convierte en la excusa perfecta para darnos un buen festín, con tarta de tresmil incluida.







A la mañana siguiente decidimos realizar el prometido paseo dominguero y emprender la vuelta a Valencia después de un puente muy bien aprovechado. Es imposible no acordarse de los versos del gran Manolo Chinato mientras se pasea contemplando el otoño pirenaico.


Una sola puerta
de tres, abierta.
Una sola puerta.
Enfrente, la montaña.



Pasa la nube inmensa;
toda suya , todo suyo.
Huracanes de vientos,
lluvia andante semiparalela
y en todo el monte
funerales alegres naturales
de hojas muertas.




Los cabellos terráqueos danzan
todos iguales
al son de trompetas invisibles
que vienen de los mares.



Llegó el otoño
llegó la muerte
mas no para todos
Hoy morirán hojas y animales
mas no morirán para siempre.



Son ciclos de estaciones naturales
y en su transformación de mañana
darán con más calor
a la tierra de su muerte,
pasado mañana, brotes de esperanza.



Y yo no he muerto.
Me alegro de la lluvia y me alegro del viento.
Si tengo frío me caliento.


Si tengo miedo ,que no lo tengo,
susurro y pienso. Y para mañana
ya me he comido mi pequeña ración de esperanza.


Una sola puerta
de tres, abierta.
Una sola puerta, inmensa.



4 comentarios:

  1. ¡Qué bien se vive cuando se vive bien!, Luis... Buenas ascensiones, buenas imágenes... ¡y buen Somontano!.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Carlos, esperemos que el invierno acompañe.

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  2. Muy buen post Luis, me ha encantado.

    Víctor Estarlich

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    1. Gracias Víctor, en una de estas tendrás que volver a acompañarnos.

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